Limpia tu pecera regularmente.
A veces, yo diría que bastante a menudo, sentimos que la vida nos pesa y vamos a rastras. Cargamos con una mochila llena hasta los topes de asuntos sin concluir, verdades que no decimos, rencores mantenidos en el tiempo y un sinfín de cuestiones más.
Imagínate una pecera. Intenta visualizar cada detalle. Qué forma tiene, cómo de grande es, cuánta capacidad de agua puede almacenar, cuántos inquilinos viven dentro, qué elementos contiene…
Ahora piensa qué cuidados debe recibir esa pecera para que quien vive ahí pueda mantenerse con vida.
Debe cambiarse el agua con frecuencia, deben limpiarse las paredes de vez en cuando, debe haber un flujo de oxígeno continuo, etc.
Ahora piensa que en esa pecera vives tú, y que la pecera es tu mundo interior.
¿Ves a dónde quiero llegar?
Todos acumulamos porquería en nuestras peceras y si no la limpiamos de vez en cuando puede hacer de nuestras vidas algo insoportable.
Hace un tiempo que entendí esto y desde entonces procuro hacer limpieza de vez en cuando.
Bueno, seamos realistas, me pongo a ello cuando empiezo a notar que el agua ya está un poco turbia, tirando a marrón.
Cosas como esa conversación pendiente con ese familiar que dijo aquello que te molestó, o poner límites a ese jefe que no para de exigirte más de lo que te corresponde, o incluso hacer las paces con aquel amigo con el que te enfadaste ya ni te acuerdas por qué.
A veces, la basura no tiene por qué ser tan dramática. Puede ser permitirte hacer algo que te gusta sin sentirte culpable o decir un “¡a tomar por culo!” a tiempo.
Si no estás acostumbrado puedes empezar por algo sencillo, eso que tienes pendiente desde hace tiempo y no terminas de concluir. Todo lo que tenemos pendiente en nuestra vida es porquería que se acumula en nuestra pecera así que cuanto antes empieces a cerrar asuntos, más limpio estará tu espacio.
El qué y el cómo lo decides tú, pero cuanto más pospongas hacer esa limpieza, más difícil te resultará vivir a gusto en esa pecera y entonces echarás la culpa al universo, a tu mala suerte, a lo injusta que es la vida o lo horrible que son los demás.
No lo olvides, ponte manos a la obra.