La ansiedad, el exceso de futuro
¿A qué nos referimos cuando decimos que la ansiedad es el exceso de futuro?
Con seguridad me atrevería a decir que todos (o casi todos) los que están leyendo este artículo han experimentado alguna vez esta sensación o conocen a alguien que la padece permanentemente, pero, ¿sabrías decir qué es exactamente la ansiedad y cómo podemos deshacernos de ella?
Aunque hay distintos tipos de trastornos de ansiedad, para simplificar y no extenderme demasiado, lo definiré como un mecanismo de defensa frente a estímulos percibidos como amenazantes o peligrosos que se traduce en sensaciones desagradables de nerviosismo, agitación, tensión o inquietud.
En su mayoría es provocada por pensamientos inconscientes que se han ido acumulando en nuestra mente, en forma de expectativas, anhelos o temores ante lo que pueda pasar, como resultado de nuestra experiencia. Por eso, se dice que la ansiedad es un exceso de futuro.
Nuestra realidad cambia a un ritmo tan vertiginoso que a veces nos cuesta adaptarnos a él. ¿No has pensado alguna vez eso de “Dios mío, que paren la vida que me bajo”?
Los avances tecnológicos (¡que es de locos!), el consumo de redes sociales y el mercado consumista nos invitan a estar en continua expectación ante lo próximo en llegar. Además, está la presión social para tener éxito y lograr grandes cosas antes que los demás.
La mente se convierte con facilidad en una lavadora en la que los pensamientos de preocupación, aspiración y anticipación de los acontecimientos no paran de girar. Todo esto lleva a sostener una actitud de alerta continua que dificulta el descanso, la toma de decisiones importantes y el disfrute del ahora.
Hemos puesto todo el foco en el “después”, en el “mañana”, y nos hemos olvidado de disfrutar del presente.
Esta incapacidad para disfrutar de lo que vivimos en este momento, sin expectativas futuras ni temores, hace que estemos abrumados y agotados emocionalmente.
Enfocarse en el futuro puede ser emocionante por todas las posibilidades que ofrece, sin embargo, si tomamos una perspectiva desequilibrada correremos el riesgo de caer en una espiral con consecuencias muy negativas.
Con todo lo que acabas de leer, ¿qué dirías que podrías hacer si sufres o has sufrido este trastorno?
A veces no podemos evitar que los acontecimientos ocurran o que la vorágine de la vida nos pase por encima, pero sí podemos hacer el esfuerzo de parar la inercia de pensar constantemente en lo que haremos, ocurrirá, diremos… o vendrá “después”.
¿Y si te permites 5 minutos al día para PARAR tu mente y no pensar en nada?
Cada día consta de 1.440 minutos. 1.440 minutos para hacer lo que quieras, por tanto, si utilizas 5, te quedan 1.435 para hacer el resto de cosas que quieres hacer.
Está claro que cada persona afronta las cosas de manera distinta y personalizada, sin embargo, y sin ánimo de ofrecer una solución que sea la panacea, esto es algo que, al menos a mí, me ha funcionado.
Podría ser durante la ducha y simplemente disfrutar del agua cayendo sobre ti. O durante el rato de descanso en el trabajo, sin móvil y simplemente observando la vida a tu alrededor. O quizá en el trayecto a casa, disfrutando plenamente de tu música favorita sin darle vueltas a la reunión de mañana o a todo lo que tienes que hacer al llegar. Simplemente, siendo consciente de ese momento durante esos 5 minutos.
¿Te parece un disparate? ¿Algo descabellado y alocado? Ya, pero, ¿qué pierdes por intentarlo?